La visión del apóstol Pedro relatada en Hechos 10, ¿nos autoriza i comer animales inmundos?
Hechos 10 y 11: 1-18. Pedro había subido a la azotea de la casa donde habitaba en Jope, para orar. Sintiendo hambre, vio en visión algo semejante a un gran lienzo que descendía a la tierra en el que había toda clase de animales limpios e inmundos, y oyó una voz que le decía: "Pedro, mata y come". Su respuesta fue terminante: "Señor, no, porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás". Esta escena se repitió tres veces (vers. 13-16). "Y mientras Pedro estaba perplejo dentro de sí, sobre lo que significaría la visión que había visto, he aquí los hombres que habían sido enviados por Cornelio, llegaron a la puerta" preguntando por él. "Y mientras pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí tres hombres te buscan. Levántate, pues, y desciende, y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado" (vers. 17-20).
No hay duda que para Pedro el desconcierto del primer momento quedó resuelto. La orden del Espíritu Santo de ir a la casa de unos extranjeros o gentiles, a quienes consideraba inmundos, aclaró totalmente el significado de la visión. No se trataba de comer animales inmundos, sino de no considerar a los gentiles como inmundos. Por eso. Dios le había dicho:
"Lo que Dios limpió, no lo llames tú común" (vers. 15).
Nótense ahora las primeras palabras de Pedro a Cornelio y a las personas reunidas en su casa: "Vosotros sabéis cuan abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo (ver. 28). Después que le explicaron el motivo por el cual lo habían llamado, gracias a la intervención de un ángel del Señor, Pedro comenzó su discurso diciendo:
"En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia" (vers. 34, 35).
Esta visita que hizo el apóstol a los extranjeros levantó una ola de protestas en Jerusalén. Cuando llegó a la ciudad con seis creyentes que lo habían acompañado a Cesárea, a casa de Cornelio, y lo recriminaron diciéndole: "¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos, y has comido con ellos?", Pedro les relató todo lo sucedido. ''Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida (Hech. 11: 1-18).
Por lo tanto, si el apóstol Pedro, los demás apóstoles y todos los hermanos que participaron en esta experiencia llegaron a la conclusión definitiva de que la visión tuvo solamente el propósito de romper el prejuicio fuertemente arraigado, contra los extranjeros o gentiles, mostrándoles que para Dios no eran inmundos, hoy no nos asiste el derecho de darle a la misma visión otra interpretación. Por otra parte, sería una blasfemia el afirmar que Cristo había venido al mundo para que con su sacrificio fuesen limpiados los animales inmundos. De ninguna manera esta visión nos autoriza a comer animales inmundos, pues siguen siendo impropios como alimento. Si entonces fueron inmundos, mucho más lo serán ahora, con el auge de las enfermedades en el reino animal.
Hechos 10 y 11: 1-18. Pedro había subido a la azotea de la casa donde habitaba en Jope, para orar. Sintiendo hambre, vio en visión algo semejante a un gran lienzo que descendía a la tierra en el que había toda clase de animales limpios e inmundos, y oyó una voz que le decía: "Pedro, mata y come". Su respuesta fue terminante: "Señor, no, porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás". Esta escena se repitió tres veces (vers. 13-16). "Y mientras Pedro estaba perplejo dentro de sí, sobre lo que significaría la visión que había visto, he aquí los hombres que habían sido enviados por Cornelio, llegaron a la puerta" preguntando por él. "Y mientras pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí tres hombres te buscan. Levántate, pues, y desciende, y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado" (vers. 17-20).
No hay duda que para Pedro el desconcierto del primer momento quedó resuelto. La orden del Espíritu Santo de ir a la casa de unos extranjeros o gentiles, a quienes consideraba inmundos, aclaró totalmente el significado de la visión. No se trataba de comer animales inmundos, sino de no considerar a los gentiles como inmundos. Por eso. Dios le había dicho:
"Lo que Dios limpió, no lo llames tú común" (vers. 15).
Nótense ahora las primeras palabras de Pedro a Cornelio y a las personas reunidas en su casa: "Vosotros sabéis cuan abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo (ver. 28). Después que le explicaron el motivo por el cual lo habían llamado, gracias a la intervención de un ángel del Señor, Pedro comenzó su discurso diciendo:
"En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia" (vers. 34, 35).
Esta visita que hizo el apóstol a los extranjeros levantó una ola de protestas en Jerusalén. Cuando llegó a la ciudad con seis creyentes que lo habían acompañado a Cesárea, a casa de Cornelio, y lo recriminaron diciéndole: "¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos, y has comido con ellos?", Pedro les relató todo lo sucedido. ''Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida (Hech. 11: 1-18).
Por lo tanto, si el apóstol Pedro, los demás apóstoles y todos los hermanos que participaron en esta experiencia llegaron a la conclusión definitiva de que la visión tuvo solamente el propósito de romper el prejuicio fuertemente arraigado, contra los extranjeros o gentiles, mostrándoles que para Dios no eran inmundos, hoy no nos asiste el derecho de darle a la misma visión otra interpretación. Por otra parte, sería una blasfemia el afirmar que Cristo había venido al mundo para que con su sacrificio fuesen limpiados los animales inmundos. De ninguna manera esta visión nos autoriza a comer animales inmundos, pues siguen siendo impropios como alimento. Si entonces fueron inmundos, mucho más lo serán ahora, con el auge de las enfermedades en el reino animal.
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