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domingo, 23 de abril de 2017

El Zarandeo

Ser miembro de iglesia no garantiza la salvación

Los que han tenido oportunidades de oír y recibir la verdad, y que se han unido a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, llamándose el pueblo de Dios que guarda los mandamientos, y que sin embargo no poseen más vitalidad ni consagración a Dios que las iglesias nominales, recibirán las plagas de Dios tan ciertamente como las iglesias que se oponen a la Ley divina.

La paja separada del trigo

En la iglesia ocurrirán divisiones. Se formarán dos grupos. El trigo y la cizaña crecerán juntos hasta el momento de la cosecha. 

Estamos en el tiempo del zarandeo, en el tiempo en que todo lo que pueda ser sacudido será sacudido. El Señor no disculpará a los que conocen la verdad y no obedecen sus órdenes en palabras y acciones. 

La persecución purifica a la iglesia

No está lejos el tiempo cuando toda alma será probada. Se nos presionará para aceptar la marca de la bestia. A quienes hayan ido cediendo paso a paso a las exigencias del mundo y se hayan acomodado a sus costumbres no les resultará difícil ceder ante las autoridades imperantes antes que someterse a la burla, los insultos, las amenazas de encarcelamiento y la muerte. La contienda es entre los mandamientos de Dios y los de los hombres. En ese tiempo, el oro será separado de la escoria en la iglesia.

Los cristianos superficiales renunciarán a la fe

La obra que la iglesia no ha hecho en tiempo de paz y prosperidad tendrá que hacerla durante una terrible crisis, en las circunstancias más desalentadoras y prohibitivas. Las amonestaciones que la conformidad al mundo ha hecho callar o retener deberán darse bajo la más fiera oposición de los enemigos de la fe. Y en ese tiempo, la clase superficial y conservadora, cuya influencia impidió constantemente los progresos de la obra, renunciará a la fe. 

Cuando aumenten las pruebas a nuestro alrededor, se verán en nuestras filas tanto separación como unidad. Algunos que ahora están listos para tomar armas de guerra, en tiempos de verdadero peligro, pondrán de manifiesto que no han edificado sobre la Roca sólida; cederán a la tentación. Los que han tenido gran luz y preciosos privilegios pero no los han aprovechado, bajo un pretexto u otro, se alejarán de nosotros.

El testimonio directo produce un zarandeo

Pregunté cuál era el significado del zarandeo que yo había visto, y se me mostró que lo motivaría el directo testimonio que exige el consejo del Testigo fiel a la iglesia de Laodicea [ver Apoc. 3:14-22]. Este consejo tendrá efecto en el corazón de quien lo reciba, y lo inducirá a ensalzar la norma y expresar claramente la verdad. Algunos no soportarán este testimonio directo, sino que se levantarán contra él. Esto es lo que causará un zarandeo en el pueblo de Dios.

La crítica injusta causa pérdida de almas

Ha habido y continuará habiendo familias enteras que una vez se regocijaron en la verdad pero que perderán la fe a causa de las calumnias y las falsedades que les fueron llevadas con respecto a aquellos a quienes han amado y de quienes recibieron dulce consejo. Abrieron su corazón a la siembra de la cizaña; esta creció en medio del trigo; se fortaleció; la mies de trigo decreció más y más, y la preciosa verdad perdió su poder para ellos. 

Las doctrinas falsas desvían a algunos

Cuando viene el zarandeo, por la introducción de falsas teorías, estos lectores superficiales, que no están anclados en ningún lugar, son como la arena movediza. Se deslizan hacia cualquier posición para acomodar el contenido de sus sentimientos de amargura.

No habiendo recibido el amor de la verdad, serán engañados por el enemigo; prestarán atención a espíritus seductores y a doctrinas de demonios, y se apartarán de la fe.

El rechazo de los testimonios conduce a la apostasía 

El último engaño de Satanás se hará para que no tenga efecto el testimonio del Espíritu de Dios. “Sin profecía el pueblo se desenfrena” (Prov. 29:18). Satanás trabajará hábilmente en diferentes formas y mediante diferentes instrumentos para perturbar la confianza del pueblo remanente de Dios en el testimonio verdadero.

Deserciones entre los dirigentes de la iglesia

Muchos mostrarán que no son uno con Cristo, que no están muertos al mundo como para que puedan vivir con él; y serán frecuentes las apostasías de hombres que han ocupado cargos de responsabilidad.

Los ministros no santificados serán erradicados

El gran asunto que pronto afrontaremos [la imposición de las leyes dominicales] eliminará a todos aquellos a quienes Dios no ha señalado, y él tendrá un ministerio puro, verdadero, santificado, preparado para la lluvia tardía.

Ministros y médicos pueden abandonar la fe, como la Palabra lo dice y los mensajes que Dios ha dado a su sierva declaran que lo harán.

Los fieles de Dios serán dados a conocer

El Señor tiene siervos fieles, quienes se han de manifestar en la hora de zarandeo y prueba. Hay almas preciosas, ocultas por el momento, que no se han postrado ante Baal. No han tenido la luz que con deslumbrante resplandor ha brillado concentradamente sobre nosotros. Pero puede ser que bajo un exterior algo áspero y no muy llamativo se revele el brillo puro de un carácter cristiano genuino. Durante el día miramos al cielo, pero no vemos las estrellas. Están allí, fijas en el firmamento, pero el ojo no puede distinguirlas. Es de noche cuando podemos contemplar su genuino resplandor.

Nuevos conversos tomarán el lugar de los que salgan

Las filas raleadas serán llenadas por aquellos a quienes Cristo representó como viniendo a la undécima hora. Hay muchos con quienes el Espíritu de Dios está contendiendo. El tiempo de los juicios destructores de Dios es el tiempo de la misericordia para los que [hasta el momento] no han tenido oportunidad de aprender qué es la verdad. El Señor los mira con ternura. Su corazón misericordioso se conmueve, su mano todavía se extiende para salvar, mientras que la puerta se cierra para quienes no quisieron entrar. Será admitido un gran número de los que en los últimos días oirán la verdad por primera vez. 

Oración

Oremos para que permanezcamos firmes y no abandonemos los caminos ni los principios divinos, incluso frente a las pruebas. 



 


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