Declaración de la Iglesia Adventista del Séptimo Día sobre personas Transgénero*(Ver definición al pie de la nota)
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Los líderes de la Iglesia expresan el deseo de llevar a la gente al pie de la cruz, y en ningún modo alejarlos de Cristo
La siguiente Declaración sobre el transgénero, o disforia de género, fue acordada por el Consejo Ejecutivo de la Asociación General de los adventistas del séptimo día durante su reunión anual de primavera de 2017.
Bajo la presidencia del pastor Ted Wilson, éste solicitó que se votara la Declaración “aún entendiendo que podamos ajustar el texto un poco de aquí y de allá, de modo que consigamos que fuese lo menos abstracto posible”. Y añadió: “La última cosa que queremos es alejar a las personas de Cristo y de la Iglesia. Deseamos que vengan a los pies de la cruz y a su gracia transformadora”.
El texto fue encargado a la Comisión de Ética del Instituto de Investigación Bíblica, dirigida por Ekkehardt Mueller, director asociado de dicho Instituto, junto con especialistas en ética, estudiosos de la Biblia, teólogos, sociólogos, psicólogos y miembros de la comunidad médica. El director del Instituto de Investigación Bíblica, el doctor Elias Brasil de Souza, explicó que el Documento es fruto de dos años de estudio y debates sobre el tema.
Colaboró también en su redacción la Comisión de Bioética de la Asociación General. En boca de uno de los teólogos, “el Documento tuvo por los menos veintiún versiones diferentes antes de la oficial. Consultamos a decenas de especialistas. Leímos documentos, artículos científicos y diversos materiales sin ignorar lo que la ciencia dice al respecto. La preocupación acerca del Documento fue la de ofrecer una posición teológica basada en principios bíblicos que ayuden a la iglesia a tener una información sólida sobre este asunto y a tratar de forma cristiana a las personas directamente involucradas”.
Declaración sobre la manifestación transgénero
La creciente conciencia de las necesidades y desafíos que los hombres y mujeres transgénero experimentan, así como el continuo desarrollo social de las cuestiones transgénero en todo el mundo, plantean importantes preguntas no sólo para afectados por el fenómeno transgénero, sino también para la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Si bien las luchas y desafíos de quienes se identifican como personas transgénero tienen algunos elementos en común con las luchas de todos los seres humanos, reconocemos la singularidad de su situación y la limitación de nuestro conocimiento en casos específicos. Aún así, creemos que la Escritura proporciona principios para la orientación y el consejo a las personas transgénero y a la iglesia, principios que trasciende las convenciones y las culturas humanas.
El fenómeno transgénero
En la sociedad moderna, identidad de género significa normalmente “el reconocimiento público como niño o niña, hombre o mujer (y por lo general también implica un reconocimiento legal)”,mientras que el sexo se refiere “a los indicadores biológicos masculinos y femeninos”[1]. La identificación de género al nacer una persona generalmente viene dado por su genitalidad biológica. Sin embargo, la desalineación puede ocurrir en los niveles físico y/o mental y emocional.
A nivel físico, la ambigüedad en los genitales puede ser producto de anormalidades anatómicas o fisiológicas, de modo que no sea posible establecer claramente si la persona es hombre o mujer. Esta ambigüedad en la diferenciación sexual anatómica se suele llamar hermafroditismo o intersexualidad[2].
A nivel mental y emocional, la desalineación ocurre con personas transgénero cuya anatomía sexual es claramente masculina o femenina pero que no obstante se identifican con el sexo opuesto a su sexo biológico. Se describen como si estuvieran atrapados en un cuerpo equivocado. El término transgénero, anteriormente diagnosticado clínicamente como “trastorno en la identidad de género”, y ahora denominado “disforia de género”, puede ser entendido como un término general para describir la variedad de formas en las que el individuo interpreta y expresa su identidad de género de manera diferente a quienes determinan el género en base al sexo biológico[3]. “La disforia de género se manifiesta de muchas maneras, incluyendo fuertes deseos de ser tratados como el otro género o en librarse de sus características sexuales, o una fuerte convicción de que uno tiene sentimientos y reacciones típicas del otro género”[4].
Debido a las tendencias contemporáneas de rechazar el género binario bíblico (masculino y femenino) y reemplazarlo por un creciente espectro de tipos de género, ciertas opciones activadas por la condición transgénero han llegado a ser consideradas normales y aceptadas en la cultura contemporánea. Sin embargo, el deseo de cambiar de sexo y vivir como una persona de otro género puede derivar en decisiones sobre un estilo de vida bíblicamente inapropiadas. La disforia de género puede llevar, por ejemplo, a vestirse como el sexo opuesto[5], a la cirugía de reasignación de sexo, y al deseo de tener una relación marital con una persona del mismo sexo biológico. No obstante, las personas transgénero también pueden decidir sobrellevar su situación en silencio viviendo una vida célibe, o casarse con un cónyuge del sexo opuesto.
Principios bíblicos relativos a la sexualidad y el fenómeno transgénero
Dado que el fenómeno del transgénero debe ser evaluado por la Escritura, los siguientes principios y enseñanzas bíblicas pueden ayudar a la comunidad de fe a relacionarse con las personas afectadas por la disforia de género de una manera bíblica y a la manera de Cristo:
Dios creó la humanidad como dos personas que, en términos de género, son identificadas como hombre y mujer. La Biblia vincula indubitablemente el género al sexo biológico (Gén. 1: 27; 2: 22-24) y hace una distinción entre ambos. La Palabra de Dios afirma la complementariedad, así como claras distinciones entre el hombre y la mujer en la creación. El relato de la creación en el Génesis es fundamental para comprender todas las cuestiones relativas a la sexualidad humana.
Desde una perspectiva bíblica, el ser humano es una unidad psicosomática. Por ejemplo, la Escritura repetidamente llama a la totalidad del ser humano un ‘alma ’(Gén. 2: 7, Jer. 13: 17, 52: 28-30, Eze. 18: 4, Hech. 2: 41, 1 Cor. 15: 45)[6], un ‘cuerpo’ 5: 28, Rom. 12: 1-2, Apoc. 18: 13)[7], ‘carne’ (1 Ped. 1:2 4), y ‘espíritu’ (2 Tim. 4: 22; 1 Juan 4: 1-3). Por consiguiente, la Biblia no respalda el dualismo en el sentido de la separación entre el propio cuerpo y la percepción de la sexualidad. Además, la Escritura no concibe una parte inmortal del ser humano porque sólo Dios posee la inmortalidad (1 Tim. 6: 14-16) y la concederá, en ocasión de la primera resurrección, a quienes creen en él (1 Cor. 15: 51-54). Por lo tanto, un ser humano también está destinado a ser una entidad sexual indivisible, y la identidad sexual no puede ser independiente del cuerpo. De acuerdo con la Escritura, nuestra identidad de género, tal como fue diseñada por Dios, está determinada por nuestro sexo biológico al nacer (Gén. 1: 27, 5: 1-2, Sal. 139: 13-14, Mar. 10: 6).
No obstante, la Escritura sí reconoce que debido a la caída (Gén. 3: 6-19) el ser humano completo –esto es, nuestras facultades físicas, mentales y espirituales– está afectado por el pecado (Jer. 17: 9, Rom. 3: 9, 7: 14-23, 8: 20-23, Gál. 5: 17) y necesita ser renovado por Dios (Rom. 12: 2). Nuestras emociones, sentimientos y percepciones no son indicadores plenamente fiables de los designios, ideales y verdades de Dios (Prov. 14: 12; 16: 25). Necesitamos que Dios nos guíe a través de la Escritura para determinar lo que es mejor para nosotros y para vivir de acuerdo con su voluntad (2 Tim. 3: 16).
El hecho de que algunos individuos declaren una identidad de género incompatible con su sexo biológico revela una seria dicotomía. Este quebrantamiento o angustia, se perciba o no, es una expresión de los efectos perjudiciales del pecado en los seres humanos que puede deberse a múltiples causas. Aunque la disforia de género no es intrínsecamente pecaminosa, sí es cierto que puede derivar en opciones pecaminosas. Es otro indicador de que, a nivel personal, los seres humanos estamos involucrados en el gran conflicto.
Mientras las personas transgénero estén comprometidas, en cuanto a la sexualidad y el matrimonio, a ordenar sus vidas de acuerdo con las enseñanzas bíblicas, pueden ser miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. La Biblia identifica clara y consistentemente que toda actividad sexual fuera del matrimonio heterosexual es pecado (Mat. 5: 28, 31-32, 1 Tim. 1: 8-11, Heb. 13: 4). Los estilos de vida sexual alternativos son distorsiones pecaminosas del maravilloso don divino de la sexualidad (Rom. 1: 21-28; 1 Cor. 6: 9-10).
Puesto que la Biblia considera a los seres humanos como seres integrales, como un todo, y no hace diferencia entre sexo biológico e identidad de género, la iglesia exhorta a los hombres y mujeres transgénero a no realizar la cirugía de cambio de sexo; y si se han sometido a tal procedimiento, recomienda no contraer matrimonio. Desde la perspectiva bíblica-holística de la naturaleza humana, no se puede esperar una transición completa de un género a otro y la obtención de una identidad sexual integral en el caso de realizarse una cirugía de reasignación de sexo.
La Biblia manda a los seguidores de Cristo amar a todos. Puesto que los seres humanos hemos sido creados a imagen de Dios, todos deben ser tratados con dignidad y respeto. Esto incluye a las personas transgénero. Los actos de ridiculizar, abusar o intimidar a hombres y mujeres transgénero son incompatibles con el mandamiento bíblico: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mar. 12: 31).
La iglesia ,como comunidad de Jesucristo, debe ser un refugio y un lugar de esperanza, de cuidado y de comprensión para todos los que estén perplejos, sufriendo, luchando y sintiéndose solitarios, porque “no aplastará la caña más débil ni apagará una vela que titila. Al final, hará que la justicia salga victoriosa” (Mat. 12: 20, NTV). Todas las personas están invitadas a asistir a la Iglesia Adventista del Séptimo Día y disfrutar de la comunión de los creyentes. Aquellos que son miembros pueden participar plenamente en la vida de la iglesia, siempre y cuando acepten el mensaje, la misión y los valores de la iglesia.
La Biblia proclama las buenas nuevas de que los pecados sexuales cometidos por heterosexuales, homosexuales, personas transgénero u otros, pueden ser perdonados, y las vidas pueden ser transformadas por la fe en Jesucristo (1 Cor. 6: 9-11).
Se anima a quienes experimentan incongruencia entre su sexo biológico y su identidad de género a seguir los principios bíblicos en la administración de su preocupación. Se les invita a reflexionar en el plan original de Dios de pureza y fidelidad sexual. Debido a que pertenecemos a Dios, todos somos llamados a honrarlo con nuestros cuerpos y con nuestras decisiones relacionadas con el estilo de vida (1 Cor. 6: 19). Junto con todos los creyentes, se anima a las personas transgénero a esperar en Dios, y se les ofrece la plenitud de la compasión, paz y gracia divina como anticipo al pronto regreso de Cristo, momento en que todos los verdaderos seguidores de Cristo serán completamente restaurados al ideal de Dios.[1] Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 5ª ed. (DSM-5TM), editado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (Washington, DC: American Psychiatric Publishing, 2013), p. 451. [2] Los nacidos con genitales ambiguos pueden o no beneficiarse del tratamiento quirúrgico correctivo. [3] Véase DSM-5TM, pp. 451-459. [4] Esta frase es parte de un resumen sucinto de disforia de género proporcionado para introducir el DSM-5TM que fue publicado en 2013: https://www.psychiatry.org/File%20Library/Psychiatrists/Practice/DSM/APA_DSM-5- Gender-Dysphoria.pdf (consultado el 11 de abril de 2017) [5] Vestirse como el género opuesto, también conocido como comportamiento travesti, está prohibido en Deuteronomio 22: 5. [6] Nota del traductor: Gén. 2: 7 (“ser viviente”); Jer. 13: 17 (“alma”); Jer. 52: 28-30 (“personas”); Eze. 18: 4 (“alma”); Hech. 2: 41 (“personas”); 1 Cor. 15: 45 (“alma viviente”). [7] Nota del traductor: Efe. 5:28 (“cuerpo”); Rom. 12:1, 2 (“cuerpo”); Apoc. 18:13 (“almas”).
*Transgénero: dícese de la persona cuyas manifestaciones no están en concordancia con su sexo biológico, sin que haya procesos quirúrgicos de por medio. No confundir con persona transexual quien por medio de procesos quirúrgicos u hormonales ha adquirido rasgos sexuales del sexo opuesto al asignado al nacer.
Declaración sobre transgénero de la Iglesia Adventista del Séptimo Día
Secretaria de Comunicaciones UAE.