Translate

domingo, 30 de octubre de 2016

Lejos del Ruido



Cuando Lot se trasladó a Sodoma, la corrupción no se había generalizado, y Dios en su misericordia permitió que brillasen rayos de luz en medio de las tinieblas morales...  

Los forasteros a quienes Lot había tratado de proteger, le prometieron a su vez protegerlo a él y salvar también a todos los miembros de su familia que huyeran con él de la ciudad impía. La turba ya cansada se había marchado, y Lot salió para avisar a sus yernos. Repitió las palabras de los ángeles: "Levantaos, salid de este lugar; porque Jehová va a destruir esta ciudad." Pero a ellos les pareció que Lot bromeaba. Se rieron de lo que llamaron sus temores supersticiosos. Sus hijas se dejaron convencer por la influencia de sus maridos. Se encontraban perfectamente bien donde estaban. No podían ver señal alguna de peligro. Todo estaba exactamente como antes. Tenían grandes haciendas, y no les parecía posible que la hermosa Sodoma iba a ser destruida... 

el hombre que temía a Dios fue preservado de la destrucción. Con vehemencia aterradora se le dio el mandamiento: "Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas." Cualquier tardanza o vacilación sería ahora fatal. El retrasarse por echar una sola mirada a la ciudad condenada, el detenerse un solo momento, sintiendo dejar un hogar tan hermoso, les habría costado la vida. La tempestad del juicio divino sólo esperaba que estos pobres fugitivos escapasen. ..

Hubo una salida, una separación decidida de los impíos, una fuga para salvar la vida. Así fue en los días de Noé; así ocurrió en el caso de Lot; así en el de los discípulos antes de la destrucción de Jerusalén, y así será en los últimos días. De nuevo se oye la voz de Dios en un mensaje de advertencia, que manda a su pueblo separarse de la impiedad creciente.
 

La depravación y la apostasía que existirán en los últimos días en el mundo religioso se le presentó al profeta Juan en la visión de Babilonia, "la grande ciudad que tiene reino sobre los reyes de la tierra." (Apoc. 17: 18.) Antes de que sea destruída se ha de oír la llamada del cielo: "Salid de ella, pueblo mío, porque no seáis participantes de sus pecados, y que no recibáis de sus plagas." (Apoc. 18:4.) Como en días de Noé y Lot, es necesario separarse decididamente del pecado y de los pecadores. No puede haber transigencia entre Dios y el mundo, ni se puede volver atrás para conseguir tesoros terrenales. "No
podéis servir a Dios y a Mammón." (Mat. 6:24.) 

Extractos del capítulo 15 del libro "Patriarcas y profetas de Ellen White.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario