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viernes, 9 de septiembre de 2016

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras ... a los padres por los profetas" Heb. 1:1

Hace 160 años atrás, la Profeta del señor nos contó este secreto sobre como educar a nuestros Hijos.

Hoy día, donde se han probado todas las formas humanas posibles, se ha demostrado que lo dicho con tantos años de anticipación, fue inspirado por el mismo Dios para su pueblo.

Los adventistas somos privilegiados de saber por tantos años esta verdad, sin embargo muchos del profeso pueblo de Dios, aún dudan de las señales, como se dudó de la dirección de Moisés antes de entrar a la tierra prometida. (Ver video y luego la palabra inspirada).

Cualquier similitud, no es casualidad, sino amor de Dios por su Pueblo Adventista, para que el mundo entero llegase al conocimiento de su voluntad y ley.





Los niños no deben permanecer mucho tiempo dentro de habitaciones; no se les debe exigir que se apliquen con mucho tesón al estudio hasta que se haya creado un buen cimiento para su desarrollo físico. Durante los ocho o diez primeros años de vida del niño, el campo o el jardín constituyen la mejor aula, la madre, la mejor maestra, y la naturaleza el mejor libro de texto. Hasta que el niño tenga edad suficiente para asistir a la escuela se ha de considerar que su salud es más importante que el conocimiento de los libros. Necesita estar rodeado de las condiciones que favorezcan el desarrollo físico y mental. ED 188.1

El estudiante que, al disponer de tiempo y medios escasos, lucha para obtener una educación, tiene que comprender que no pierde el tiempo que se dedica al ejercicio físico. El que escudriña continuamente los libros descubrirá, al cabo de un tiempo, que su mente ha perdido su frescura. Los que prestan la adecuada atención al desarrollo físico tendrán mayores progresos académicos que los que obtendrían si dedicaran todo el tiempo al estudio. ED 188.3


Cuando se persiste exclusivamente en una determinada línea de pensamiento, a menudo la mente se desequilibra. Pero se pueden emplear sin peligro todas las facultades si se ejerce equilibrio en el uso de las aptitudes físicas y mentales y si los temas de pensamiento son variados. ED 189.1
El exceso de estudio, al incrementar la afluencia de sangre al cerebro, produce un nerviosismo enfermizo que tiende a debilitar el dominio propio, y con demasiada frecuencia da lugar al impulso o al capricho. De ese modo se abre la puerta a la impureza. El uso indebido o la falta de uso de las facultades físicas es, en gran medida, la causa de la corriente de corrupción que se extiende por el mundo. La “soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad” son enemigos tan fatales del progreso humano en esta generación, como cuando causaron la destrucción de Sodoma. ED 189.3


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