Daniel - 5. La caida de Babilonia
Babilonia después de Nabucodonosor
23 años habían pasado desde la muerte del rey Nabucodonosor y Babilonia estaba en plena decadencia. Ya no tenía el esplendor de la edad de oro. Los gobernantes sucesores de Nabucodonosor eran incompetentes.
Después de Nabucodonosor reinó su hijo Evil-Merodac por dos años hasta que fue asesinado por su cuñado quien gobernó durante cuatro años hasta su muerte. En su lugar vino su hijo, menor de edad, quién fue asesinado también por unos conspiradores quienes pusieron a Nabonido en el trono, quien era uno de los suyos. Nabonido trasladó la sede del gobierno de Babilonia seis años más tarde a un oasis lejano llamado Tema, en Arabia, dedicándose a asuntos secundarios de menor importancia. En su lugar reinaba Belsasar en la ciudad de Babilonia. De esta manera Nabonido y Belsasar reinaban juntos en una corregencia.
El Imperio de Babilonia entró en una recesión económica. Nabonido ordenó que todos, incluso la clase social alta, realicen trabajos del Estado. Durante 10 años Nabonido dejó de festejar la popular fiesta de año nuevo babilónico. Nabonido llegó a ser muy impopular.
Al mismo tiempo Ciro el grande, rey de los persas había comenzado su asombrosa ascensión al poder mundial. Había conquistado a Media, formando la alianza Medo-Persa, y había subyugado a Lidia.
Nabonido estaba alarmado por los avances de los Medopersas y volvió de Tema a Babilonia en el año 540 a.C. Entonces se enfrentó con el ejército de Ciro en Opis a 185 kilómetros al norte de la ciudad de Babilonia, pero su propio pueblo se rebeló contra él.
El 10 de octubre 539 a.C. Nabonido se rindió sin siquiera combatir, en Sipar a 80 kilómetros al norte de la ciudad de Babilonia, y huyó al sur a Borsopa. Ciro avanzó hacia los muros de Babilonia.
Esa era la realidad de Belsasar y las circunstancias en las cuales se encontró su reino cuando decidió hacer su famosa fiesta. El imperio estaba virtualmente perdido, su corregente Nabonido estaba oculto en algún lugar y el enemigo estaba a las puertas, sitiando la ciudad.
¿Pero para qué preocuparse? El muro alto y ancho de Babilonia era prácticamente impenetrable. Durante 1000 años ningún ejército enemigo había tomado la ciudad de Babilonia por asalto. Además tenían suficiente agua ya que el río Éufrates corría por medio de la ciudad y no tenían que preocuparse tampoco por provisión de comida, ya que producían sus propios alimentos en cultivos dentro de los muros de la ciudad.
El 12 de octubre del año 539 antes de Cristo
Esa fue la fecha en la que “el rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino.” Dan. 5:1. Iba ser la última noche del Imperio de Babilonia.
Literalmente traducido, ese festín que realizó Belsasar fue “una gran comilona”. Fue la primera vez después de 10 años que se realizó el festejo anual babilónico, dedicado a sus dioses. Los 1000 príncipes convocados estaban festejando en un enorme salón de 60 por 20 metros, cuyos fundamentos han sido descubiertos por los arqueólogos en las ruinas de la antigua Babilonia.
“Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas” Dan. 5:2.
“Con el gusto del vino” significa “cuando el alcohol comenzó a mostrar sus efectos”.
El vino era un importante parte de la mesa del rey. Vea Dan. 1:5. Según la costumbre babilónica se tomaba el vino después de la comida. En las fiestas solía terminar en borrachera.
Todo parece indicar que Belsasar era un gran bebedor. Pues algunos traductores bíblicos tradujeron la parte que dice: “en presencia de los mil bebía vino” de la siguiente manera: “contra los mil bebía vino”.
El punto de vista de Dios acerca de las bebidas alcohólicas es claro.“El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, y cualquiera que por ellos yerra no es sabio.” Prov. 20:1.
Bajo los efectos del alcohol ocurrió que se cumplió la orden blasfema de traer los vasos sagrados.
“Entonces fueron traídos los vasos de oro que habían traído del templo de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas.” Dan. 5:3.
Estos vasos estaban destinados exclusivamente a la adoración pura. En ellos se depositaba la sangre de las ovejas que representaban y prefiguraban al Mesías; Jesucristo, “el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.Juan 1:29. Esos vasos sagrados estaban consagrados para el perdón de los pecados y la purificación del pecador confeso, etc. Eran tan sagrados que los sacerdotes debían estar puros para llevar y administrar estos utensilios del Señor. Is. 52:11. Y ahora fueron contaminados y deshonrados en esta terrible fiesta abominable.
Esta fiesta se refería en cierto sentido a las victorias obtenidas sobre los judíos. Algo parecido a lo que ya había ocurrido antes bajo Nabucodonosor en Dan. 3:29, que ya hemos estudiado en un tema anterior. Era una burla y un desprecio directo contra los hebreos, sin darles esperanzas de regreso a su hogar en Israel. Sal. 137:1-3.
Pero el rey Belsasar proponía una insolencia aún mayor: “Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.” Dan. 5:4.
Belsasar pretendía ensalzar a sus dioses falsos por encima del Señor. Beber en los vasos sagrados del Señor era para ellos una demostración de superioridad de sus dioses y de su victoria sobre el Dios que predijo la caída de Babilonia. Dan. 2:38, 39.
La escritura en la pared
“En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía.” Dan. 5:5.
De paso sea dicho que los arqueólogos han descubierto que las paredes de los palacios de la antigua Babilonia eran efectivamente de ladrillo recubierto con una capa de cal, tal como indica la Palabra de Dios.
Veamos la reacción del rey frente a este fenómeno amenazador.
“Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra.”Dan. 5:6.
Aunque no sabía leer el mensaje, Belsasar comprendía que no era de paz ni de bendición.
Hasta hoy en día se utiliza en algunas culturas la expresión “la escritura de la pared” para referirse a la advertencia de un desastre inminente.
Algo parecido estaba por ocurrir que en el tiempo del rey David cuando fue librado por el Señor de sus enemigos:
“Habló David al Señor las palabras de este cántico, el día que el Señor le había librado de la mano de todos sus enemigos, y de la mano de Saúl… Porque tú salvas al pueblo afligido, mas tus ojos están sobre los altivos para abatirlos.” 2 Sam. 22:1, 28.
La reacción del rey
“El rey gritó en alta voz que hiciesen venir magos, caldeos y adivinos; y dijo el rey a los sabios de Babilonia: Cualquiera que lea esta escritura y me muestre su interpretación, será vestido de púrpura, y un collar de oro llevará en su cuello, y será el tercer señor en el reino.” Dan. 5:7.
Desafortunadamente Belsasar no aprendió las lecciones de la historia. El conocía las experiencias del antiguo rey Nabucodonosor relacionadas a la incapacidad de los magos, astrólogos, encantadores y adivinos de Babilonia. RecuerdeDan. 2:10, 11; 4:7. Aún así recurre a ellos confiadamente. La impresionante oferta de recompensa desencadenó seguramente un tipo de competencia, pues el premio del tercer puesto en el reino, el vestido de púrpura y el collar de oro estaba destinado solamente a una persona; aquella que iba a poder leer e interpretar correctamente la escritura de la pared. ¡Pero ni con este incentivo el rey pudo conseguir su respuesta!
Finalmente también Belsasar aprende la lección que éstos son unos charlatanes, falsos guías, inútiles engañadores con profesiones fraudulentas, pues ninguno de ellos pudo leer la escritura ni mostrarle la interpretación. Dan. 5:8.
¿Por qué ofreció el tercer puesto del reino? Porque el primero y el segundo ya estaban ocupados por los corregentes Nabonido y Belsasar. El tercer señor del reino iba a ser el hombre más importante e influyente de todo el Imperio de Babilonia después de los dos reyes. El hecho que Belsasar haya ofrecido un premio tan elevado muestra el grado de su desesperación.
Al no recibir la respuesta, “el rey Belsasar se turbó sobremanera, y palideció, y sus príncipes estaban perplejos. La reina, por las palabras del rey y de sus príncipes, entró a la sala del banquete, y dijo: Rey, vive para siempre; no te turben tus pensamientos, ni palidezca tu rostro.” Dan. 5:9, 10.
La reina entró “por los gritos del rey y de sus príncipes” (traducción literal). ¡El rey y sus príncipes estaban en pánico! La reina que entró en escena no era una de las esposas de Belsasar. Pues sus esposas ya estaban presentes. Dan. 5:3. Con bastante seguridad se trataba de la reina madre que era una persona muy respetada en la antigüedad. Posiblemente era una de las esposas del rey Nabucodonosor. Las palabras y las recomendaciones que dijo a continuación al rey Belsasar, parecen confirmar esa relación familiar con Nabucodonosor.
Entonces la reina recordó a Belsasar que en su “reino hay un hombre en el cual mora el espíritu de los dioses santos” y que en los días de Nabucodonosor “se halló en él luz e inteligencia y sabiduría” por lo cual el rey Nabucodonosor lo había constituido “jefe sobre todos los magos, astrólogos, caldeos y adivinos”. Dan. 5:11.
Entonces la reina dijo: “Llámese, pues ahora a Daniel, y él te dará la interpretación.” Dan. 5:12.
Cuando Daniel fue traído delante del rey ya era un hombre anciano de aproximadamente 90 años de edad. Pues había sido traído a Babilonia cuando era un joven y ahora ya habían pasado más de 70 años de cautiverio de los israelitas en Babilonia. Aún así se le seguía conociendo por su nombre hebreo Daniel. Dan. 5:12, 13. Aunque inicialmente le habían dado el nombre babilónico de Belsasar. Dan. 1:6, 7. Por su fidelidad y lealtad a Dios nunca había perdido su verdadera identidad y su verdadero nombre.
Lo primero que hizo el rey Belsasar cuando Daniel fue traído delante del rey fue hacerle ver su condición de esclavo diciendo: “¿Eres tú aquel Daniel de los hijos de la cautividad de Judá, que mi padre trajo de Judea?” Dan. 5:13.
Pero Belsasar no pudo negar haber escuchado de las hazañas pasadas de Daniel diciendo: “Yo he oído de ti que el espíritu de los dioses santos está en ti, y que en ti se halló luz, entendimiento y mayor sabiduría”. Dan. 5:14.
¡Debe haber sido humillante e incómodo para el soberbio rey reconocer públicamente frente a Daniel, que todos sus supuestos sabios (magos, astrólogos, encantadores y adivinos) son unos farsantes, y pedir el favor de revelar la escritura de la pared al judío Daniel, a cuyo Dios acaba de insultar y deshonrar tremendamente, y ofrecerle el tercer lugar del reino! Dan. 5:15, 16.
Además debe haber habido un tremendo contraste entre Daniel y el libertinaje que le rodeaba en ese salón de fiestas. Recuerde que Daniel había decidido desde joven alimentarse saludablemente, comiendo y bebiendo solamente cosas naturales que Dios ha aprobado, rechazando los contaminantes banquetes y vinos de Babilonia. Dan. 1:8, 12, 13. Seguramente se notaron claramente los efectos de una vida saludable frente a una vida de vicios y placeres nocivos. Pues todo lo que sembramos cosechamos. Gálatas 6:7, 8.
Cuando Daniel comenzó a hablar al rey Belsasar, no usó el saludo acostumbrado “Rey, vive para siempre”. Vea Dan. 5:10. Pues Daniel estaba consciente de la muerte inminente de Belsasar.
Después de rechazar la impresionante recompensa, el profeta de Dios recordó al rey la historia de su “padre” Nabucodonosor en detalle.
En la antigüedad existía la costumbre de nombrar “padre” a cualquier antepasado paterno. La evidencia histórica parece indicar que Nabucodonosor era en realidad su abuelo.
Daniel le contó que fue Dios quien dio el reino, la gloria y la majestad a su “padre” Nabucodonosor. Pero que por causa de su soberbia y “orgullo, fue depuesto del trono… y echado de entre los hijos de los hombres, y su mente se hizo semejante a la de las bestias… hasta que reconoció que el Altísimo Dios tiene dominio sobre el reino de los hombres…” Dan. 5:17-21.
La reprensión
“Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto; sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos; además de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste.” Dan. 5:22, 23.
La culpa de Belsasar era muy grande. No solo porque hizo impiedades mayores que Nabucodonosor (ensordeciéndose, deshonrando los vasos sagrados adorando con ellos los falsos dioses mediante los ídolos) sino sobre todo porque lo hizo ¡sabiendo todo esto! ¡El problema era que Belsasar menospreció voluntariamente y conscientemente las evidencias, sin importarle los caminos de Dios! Su vida era una rebelión y un desafío constante.
Belsasar no había dirigido su vida según la instrucción divina: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.” Salmos 90:12.
También hoy en día hay muchas personas que hacen de las cosas sus dioses. Como del dinero, la carrera, el prestigio o el placer. Estas cosas se han convertido en “ídolos” para muchas personas. Pero estas cosas no pueden impartir vida. Son superficiales y pasajeras.
La escritura en la pared
“Entonces de su presencia fue enviada la mano que trazó esta escritura. Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN.” Dan. 5:24, 25.
Estas fueron las cuatro palabras que cambiaron el mundo. La escritura aramea no tenía vocales. Literalmente la escritura en la pared presentaba una desconcertante enumeración de pesos monetarios en orden descendente en cuanto a su valor, diciendo: “Una mina, una mina, un siclo y medios siclos”. Se trataba de la contabilidad celestial que presentaba un déficit fatal.
Pero Daniel sabía que estas letras significaban mucho más. “MENE” se puede traducir también como contado o enumerado. “TEKEL” puede ser traducido también como pesado (de pesar en balanza). Vea Is. 40:15; Job 31:6; Salm. 62:9. Y “UPARSIN” se puede traducir como divisiones y/opersas. Así que la escritura de la pared decía: “Contado, contado, pesado, dividido, persas”.
Daniel interpretó el mensaje divino de la siguiente manera, diciendo: “Esta es la interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas.” Dan. 5:24-28.
La razón por la que “MENE” aparece dos veces debe ser por el hecho de la corregencia entre Nabonido y Belsasar, puesto que a ambos se les fue quitado el reinado de Babilonia.
Gracias a las profecías de Jeremías, Daniel sabía que el fin del Imperio de Babilonia había llegado y que el destierro de los judíos llegaba a su fin. Jer. 29:10.
Belsasar cumple su palabra y muere
“Entonces mandó Belsasar vestir a Daniel de púrpura, y poner en su cuello un collar de oro, y proclamar que él era el tercer señor del reino.” Dan. 5:29.
Como vimos en el versículo 17, Daniel no estaba interesado en recibir estos dones por el favor de transmitir el mensaje, como mensajero de Dios. Pero después de haberlo interpretado y conociendo su significado decidió aceptarlo por dos razones.
El primer lugar consideraba que reflejaban la honra que se debía a Dios, quien era el autor de este histórico mensaje. Y en segundo lugar, Daniel aceptó las honras para estar en mejores condiciones para atender los intereses de su pueblo en la transición al nuevo reino.
Ocurrió que Daniel llegó a ser el tercer señor del reino al que quedaban solo pocos momentos de existencia. Ya que Nabonido había depositado el reino el día anterior a la fiesta, cuando se rindió y huyó, Daniel era en realidad en ese momento el segundo hombre del reino. Entonces ocurrió que “la misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos.” Dan. 5:30. Lo que convirtió a Daniel en el primer señor del reino de Babilonia cuando “Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años.” Dan. 5:31.
Daniel, el siervo y profeta de Dios, fue quien que entregó el reino de Babilonia en las manos del rey de los Medopersas. Este hecho marca la transición de la cabeza de oro a los pechos y brazos de plata del sueño profético de la estatua de metales de Nabucodonosor que estudiamos en el capítulo dos de Daniel.
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