¿Por qué permite Dios la injusticia, el dolor y la muerte? ¿Por qué sufren tantos inocentes mientras los malos prosperan? ¿Por qué los niños mueren de hambre, enfermedades y abusos? Si el diablo es el culpable ¿Por qué entonces no lo destruyó Dios y así evitar todo esto?
Cuántos de nosotros hemos oído y aún nos hemos hecho estas preguntas u otras similares. Pareciera como si Dios no se preocupara por la situación cada vez peor de este planeta. Pero, ¿cuál es la explicación? ¿cuál es la respuesta a todas estas preguntas?
Todo se remonta al origen del mal y de un conflicto que ha durado siglos entre Dios y su adversario el diablo. "Antes de la aparición del pecado había paz y gozo en todo el universo. Todo guardaba perfecta armonía con la voluntad del Creador... Como la ley de amor era el fundamento del gobierno de Dios, la dicha de todos los seres creados dependía de su perfecta armonía con los grandes principios de justicia. Dios quiere que todas sus criaturas le rindan un servicio de amor y un homenaje que provenga de la apreciación inteligente de su carácter. No le agrada la sumisión forzada y da a todos libertad para que le sirvan voluntariamente. Pero hubo un ser que prefirió pervertir esa libertad... antes de su caída Lucifer era el primero de los querubines que cubrían el propiciatorio Santo y sin mancha. 'Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la pefección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Eden, en el huerto de Dios estuviste, de toda piedra preciosa era tu vestidura' 'Tú querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste, en medio de las piedras de fuego te paseabas. Pefecto eras en todos tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad' (Ezequiel 28:12-15). Lucifer habría podido seguir gozando del favor de Dios... Pero el profeta dice: 'Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor' (v. 17) Poco a poco, Lucifer se abandonó al deseo de la propia exaltación: 'Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono... sobre las alturas de las nubes subiré y seré semejante al Altísimo' (Isaias 14:13-14)" ¹
Deste entonces, Lucifer fomentó la rebelión contra Dios entre los ángeles del cielo, y arrastró con él a la tercera parte de ellos. Dios podría haberle destruído entonces, pero en su sabiduría infinita no lo hizo. Dios solo acepta de sus criaturas un servicio motivado por el amor. De haber destruído a Lucifer, los ángeles fieles y todos los seres creados le habrían servido por temor, no conociendo en ese entonces el pecado y sus terribles efectos, no estaban preparados para reconocer la justicia y misericordia de Dios en la destrucción de Satanás. Así que fue arrojado del cielo; Jesús recordó ese momento: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo" (Lucas 10:18)
En la tierra, Satanás continuó su obra de maldad y engaño al tentar al hombre a desobedecer el mandato de Dios. ¿Por qué lo permitió Dios ¿Por qué no lo alejó del Edén, por qué puso el árbol en el huerto si el hombre no debía comer de él? Por la misma razón por la cual no destruyó a Satanás: Dios quiere tener una relación de amor con sus criaturas. El quiere recibir nuestro servicio voluntario, por eso no nos creó como robots programados a obedecerle; le dió a todas sus criaturas incluyendo el hombre el libre albedrío. Adán y Eva eran libres de decidir obedecer a Dios o no, pero al escoger comer el fruto prohibido introdujeron el pecado en la tierra, perdieron la imágen de Dios en sus vidas y sometieron a maldición a toda la naturaleza. Satanás usurpó el reino de este mundo y por seis mil años ha estado haciendo su obra de destrucción y pecado. La enfermedad, el dolor y la muerte son la consecuencia de la desobediencia.
Sin embargo, Dios no permaneció indiferente ante estos acontecimientos. En su infinito amor y sabiduría había ideado un plan, una forma de rescatar al hombre si éste caía. Dios no podía perdonar al hombre, en su justicia, Dios no podía quebrantar su ley, el pecado exigía el pago de un precio y alguien tenía que pagarlo, así que Dios mismo, en la persona de su hijo Jesucristo, cargó sobre sí mismo los pecados de la humanidad y saldó la deuda, pagando el precio con su propia vida. La justicia divina quedó así satisfecha y el ser humano tiene ahora una oportunidad de redención, lo único que tiene que hacer es aceptar el sacrificio expiatorio de Jesucristo.
Pero la obra de Dios aún no está completa. La Biblia nos enseña que Jesús "aparecerá por segunda vez sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan" (Hebreos 9:28)
Entonces vendrá como juez, y con la destrucción de los impíos y de Satanás y sus ángeles, el universo entero será restaurado a su condición original y se acabarán por siempre el pecado, el sufrimiento, el mal, el dolor y la injusticia. Todas las criaturas creadas reconocerán la justicia de los juicios de Dios y vivirán eternamente en una relación de amor con el Padre celestial.
Mientras tanto, "el Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2Pedro 3:9)
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