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domingo, 23 de mayo de 2021

La Ley de Dios, Santa Justa y Buena


Puede ser una imagen de texto que dice "Mas el pecado, tomando ocasion por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin a ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, por él me mató. De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. Romanos 7:8-12 AMERICA"
FUE PABLO EL QUE MURIÓ Y NO LA LEY
⭕️ El cambio maravilloso de Pablo
Pablo dice que "en cuanto a ley" -en lo que respecta a actos externos- era "irreprensible"; pero cuando discernió el carácter espiritual de la ley, cuando se miró en el santo espejo, se vio a sí mismo pecador.
Juzgado por una norma humana, se había abstenido de pecado; pero cuando miró dentro de las profundidades de la ley de Dios, y se vio a sí mismo como Dios lo veía, se inclinó humildemente y confesó su culpa.
No se apartó del espejo ni se olvidó qué clase de hombre era, sino que experimentó verdadero arrepentimiento ante Dios y tuvo fe en nuestro Señor Jesucristo. Fue lavado, fue limpiado. Dice:
"Tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí".
El pecado entonces apareció en su verdadero horror, y desapareció su amor propio. Se volvió humilde. Ya no se atribuyó más bondad y mérito a sí mismo. Dejó de tener más alto concepto de sí mismo que el que debía tener, y atribuyó toda la gloria a Dios. No tuvo más ambición de grandezas. Dejó de desear venganza, y no fue más sensible al reproche, al desdén o al desprecio. No buscó más la unión con el mundo, posición social u honores. No derribó a otros para ensalzarse él. Se volvió manso, condescendiente, dócil y humilde de corazón, porque había aprendido su lección en la escuela de Cristo. Hablaba de Jesús y su amor incomparable, y crecía más y más a su imagen. Dedicaba todas sus energías a ganar almas para Cristo. Cuando le sobrevenían pruebas debido a su abnegada labor por las almas, se inclinaba en oración y aumentaba su amor por ellas. Su vida estaba escondida con Cristo en Dios, y amaba a Jesús con todo el ardor de su alma. Amaba a cada iglesia; se interesaba en cada miembro de iglesia, pues consideraba que cada alma había sido comprada con la sangre de Cristo (RH 22-7-1890).
⭕️ La ley de Dios no murió
El apóstol Pablo al relatar sus experiencias presenta una importante verdad acerca de la obra que debe efectuarse en la conversión. Dice: "Yo sin la ley vivía en un tiempo -no sentía ninguna condenación-; pero venido el mandamiento -cuando la ley de Dios se manifestó con fuerza en su conciencia-, el pecado revivió y yo morí". Entonces se consideró pecador, condenado por la ley divina. Obsérvese que fue Pablo el que murió, y no la ley ( 4SP 297 ).
⭕️ La ley mantiene su dignidad. (Efesios 1:7)
A través del plan de salvación la ley mantiene su dignidad al condenar al pecador, y el pecador puede ser salvado mediante la propiciación de Cristo por nuestros pecados, "en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados". La ley no ha sido cambiada en ningún sentido, para amoldarse al hombre en su condición caída. Permanece como siempre ha sido: santa, justa y buena (RH 23 -5 -1899).

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