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martes, 7 de abril de 2020

El Propósito de los 10 Mandamientos


¿CRISTO ES EL FIN DE LA LEY?



«porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.» Romanos 10:4 RVR1960

Cita preferida de los que atacan los mandamientos de Dios, un estudio superficial de esta cita se podría decir que Pablo está diciendo que la ley término con la muerte de Cristo.

El problema de la gente que lee mal a Pablo, es por no tener conocimiento exegetico y gramatical de las palabras.

La palabra "fin" aquí se podría entender mal si no se estudia el significado original de la palabra, en griego la palabra es [télos], que podría traducirse "objetivo, meta o propósito", esto significa que el objetivo de la ley es conducirnos a Cristo para ser justificados, en ningún momento se debe de entender que [télos] significa que la ley caduco o dejo de existir, esto seria sacar de contexto las palabras del apóstol. Pablo lo que está diciendo que la función de la ley es conducirnos a Cristo para ser justificados por el.

De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.»Gálatas 3:24 RVR1960

Por otro lado decir que aquí Pablo está hablando de la caducidad de los Diez Mandamientos sería un gran error, porque contradice otras partes de sus cartas.

“¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.” Romanos 3:31 RVR1960

“De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.” Romanos 7:12 RVR1960

“¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.” Romanos 7:7 RVR1960

Como vemos, solo es de respetar el contexto y profundizar un poco más. La ley de Dios es eterna e inmutable (Salmo 119:142). Un gobierno sin ley no puede sostenerse, por lo tanto está enseñanza que sostiene que la ley término en la cruz de calvario, es otra de las mentiras de Satanás.

Autor: Rafael Diaz:Laico Adventista del Séptimo Día

Amar a Dios y al prójimo son los nuevos Mandamientos?.

37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.

38 Este es el primero y grande mandamiento.

39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

Mateo 22: 37-40

Jesús no dio mandamientos nuevos, si no que hizo referencia a textos del antiguo testamento que proporcionan los grandes principios de su ley "Amor a Dios y Amor al prójimo".

"Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma," Deuteronomio 6;5

"No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová." Levítico 19:18

domingo, 5 de abril de 2020

El Nuevo Orden Mundial, Ahora.

Kissinger: "La pandemia de coronavirus alterará el orden mundial para siempre"

Publicado:
El veterano diplomático estadounidense compara el "azar devastador" de la pandemia con la ofensiva nazi en la Batalla de las Ardenas, en la que participó.

Una vista aérea de Ginza en Tokio, La ciudad mas poblada del mundo, Japón el 5 de abril de 2020.Kyodo / Reuters


El exsecretario de Estado de EE.UU., Henry Kissinger advierte de la ruina económica mundial que se avecina y aventura que la pandemia del coronavirus "alterará el orden mundial para siempre", según lo afirma en su columna del periódico estadounidense The Wall Street Journal publicada este viernes.

En su artículo, el renombrado jefe de la diplomacia estadounidense asegura que "la atmosfera surrealista de la pandemia de covid-19" le recuerda a su experiencia en la Batalla de las Ardenas en 1944 —una gran ofensiva alemana lanzada a finales de la Segunda Guerra Mundial en Bélgica y Luxemburgo— en lo que se refiere al contexto de peligro inminente "dirigido a ninguna persona en particular y que golpea al azar y de forma devastadora".

Sin embargo, el diplomático de 96 años destaca una importante diferencia entre ambos hechos: "La resistencia estadounidense se vio entonces reforzada por un propósito nacional", mientras que ahora, "en un país dividido", resulta necesario "un Gobierno eficiente y con visión de futuro para superar los obstáculos sin precedentes en magnitud y alcance global."


La pandemia de coronavirus podría provocar la mayor caída de emisiones de carbono desde la Segunda Guerra Mundial

Para Kissinger resulta primordial mantener la confianza pública "para la solidaridad social, para la relación de las sociedades entre sí y para la paz y la estabilidad internacionales". Asimismo, asegura que cuando se supere la crisis sanitaria, se podrá percibir que las instituciones de muchos países han fallado. "El mundo nunca será el mismo después del coronavirus", recalca.

Reinos en el Tiempo/ESPAÑOL/ Pr Doug Batchelor

¿Quién es el anticristo y de qué manera ha venido?

jueves, 2 de abril de 2020

La Eterna Ley de Dios


El Día que todos verán la Ley de Dios


El día que todos verán la ley de Dios verán que no había sido anulada, ahi será el lloro y crujir de Dientes.
Estimado lector, sabemos que crees en 9 mandamientos de la ley de Dios, pero hay uno de ellos que Satanás te ha hecho creer que se puede cambiar con mandamientos de hombres.

Densas nubes cubren aún el firmamento; sin embargo el sol se abre paso de vez en cuando, como si fuese el ojo vengador de Jehová. Fieros relámpagos rasgan el cielo con fragor, envolviendo a la tierra en claridad de llamaradas. Por encima del ruido aterrador de los truenos, se oyen voces misteriosas y terribles que anuncian la condenación de los impíos. No todos entienden las palabras pronunciadas; pero los falsos maestros las comprenden perfectamente. Los que poco antes eran tan temerarios, jactanciosos y provocativos, y que tanto se regocijaban al ensañarse en el pueblo de Dios observador de sus mandamientos, se sienten presa de consternación y tiemblan de terror. Sus llantos dominan el ruido de los elementos. Los demonios confiesan la divinidad de Cristo y tiemblan ante su poder, mientras que los hombres claman por misericordia y se revuelcan en terror abyecto.
Al considerar el día de Dios en santa visión, los antiguos profetas exclamaron: “Aullad, porque cerca está el día de Jehová; vendrá como asolamiento del Todopoderoso.” “Métete en la piedra, escóndete en el polvo, de la presencia espantosa de Jehová y del resplandor de su majestad. La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será ensalzado en aquel día. Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, y sobre todo ensalzado; y será abatido.” “Aquel día arrojará el hombre, a los topos y murciélagos, sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase; y se entrarán en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levantare para herir la tierra.” (Isaías 13: 6; 2: 10-12; 2: 20, 21.)
Por un desgarrón de las nubes una estrella arroja rayos de luz cuyo brillo queda cuadruplicado por el contraste con la obscuridad. Significa esperanza y júbilo para los fieles, pero severidad para los transgresores de la ley de Dios. Los que todo lo sacrificaron por Cristo están entonces seguros, como escondidos en los pliegues del pabellón de Dios. Fueron probados, y ante el mundo y los despreciadores de la verdad demostraron su fidelidad a Aquel que murió por ellos. Un cambio maravilloso se ha realizado en aquellos que conservaron su integridad ante la misma muerte. Han sido librados como por ensalmo de la sombría y terrible tiranía de los hombres vueltos demonios. Sus semblantes, poco antes tan pálidos, tan llenos de ansiedad y tan macilentos, brillan ahora de admiración, fe y amor. Sus voces se elevan en canto triunfal: “Dios es nuestro “refugio y fortaleza; socorro muy bien experimentado en las angustias. Por tanto no temeremos aunque la tierra sea conmovida, y aunque las montañas se trasladen al centro de los mares; aunque bramen y se turben sus aguas, aunque tiemblen las montañas a causa de su bravura.” (Salmo 46: 1-3, V.M.)
Mientras estas palabras de santa confianza se elevan hacia Dios, las nubes se retiran, y el cielo estrellado brilla con esplendor indescriptible en contraste con el firmamento negro y severo en ambos lados. La magnificencia de la ciudad celestial rebosa por las puertas entreabiertas. Entonces aparece en el cielo una mano que sostiene dos tablas de piedra puestas una sobre otra. El profeta dice: “Denunciarán los cielos su justicia; porque Dios es el juez.” (Salmo 50: 6.) Esta ley santa, justicia de Dios, que entre truenos y llamas fue proclamada desde el Sinaí como guía de la vida, se revela ahora a los hombres como norma del juicio. La mano abre las tablas en las cuales se ven los preceptos del Decálogo inscritos como con letras de fuego. Las palabras son tan distintas que todos pueden leerlas. La memoria se despierta, las tinieblas de la superstición y de la herejía desaparecen de todos los espíritus, y las diez palabras de Dios, breves, inteligibles y llenas de autoridad, se presentan a la vista de todos los habitantes de la tierra.
Es imposible describir el horror y la desesperación de aquellos que pisotearon los santos preceptos de Dios. El Señor les había dado su ley con la cual hubieran podido comparar su carácter y ver sus defectos mientras que había aún oportunidad para arrepentirse y reformarse; pero con el afán de asegurarse el favor del mundo, pusieron a un lado los preceptos de la ley y enseñaron a otros a transgredirlos. Se empeñaron en obligar al pueblo de Dios a que profanase su sábado. Ahora los condena aquella misma ley que despreciaran. Ya echan de ver que no tienen disculpa. Eligieron a quién querían servir y adorar. “Entonces vosotros volveréis, y echaréis de ver la diferencia que hay entre el justo y el injusto; entre aquel que sirve a Dios, y aquel que no le sirve.” (Malaquías 3: 18, V.M.) CS, pág. 694-697
El firmamento se abría y cerraba en violenta conmoción. Las montañas se agitaban como cañas batidas por el viento, arrojando peñascos por todo el derredor. El mar hervía como una caldera y lanzaba piedras a la tierra. Al declarar Dios el día y la hora de la venida de Jesús y conferir el sempiterno pacto a su pueblo, pronunciaba una frase y se detenía mientras las palabras de la frase retumbaban por toda la tierra. El pueblo de Dios permanecía con la mirada fija en lo alto, escuchando las palabras según iban saliendo de labios de Jehová y retumbaban por toda la tierra con el estruendo de horrísonos truenos. Era un espectáculo pavorosamente solemne.
Al final de cada frase los santos exclamaban: ” ¡Gloria! ¡Aleluya!” Estaban sus semblantes iluminados por la gloria de Dios, y refulgían como el rostro de Moisés, al bajar del Sinaí. Los malvados no podían mirarlos porque los ofuscaba el resplandor. Y cuando Dios derramó la sempiterna bendición sobre quienes le habían honrado santificando el sábado, resonó un potente grito de victoria sobre la bestia y su imagen. EUD pág, 285
Pronto aparece en el este una pequeña nube negra, de un tamaño como la mitad de la palma de la mano. Es la nube que envuelve al Salvador y que a la distancia parece rodeada de obscuridad. El pueblo de Dios sabe que es la señal del Hijo del hombre. En silencio solemne la contemplan mientras va acercándose a la tierra, volviéndose más luminosa y más gloriosa hasta convertirse en una gran nube blanca, cuya base es como fuego consumidor, y sobre ella el arco iris del pacto. Jesús marcha al frente como un gran conquistador. Ya no es “varón de dolores,” que haya de beber el amargo cáliz de la ignominia y de la maldición; victorioso en el cielo y en la tierra, viene a juzgar a vivos y muertos. “Fiel y veraz,” “en justicia juzga y hace guerra.” “Y los ejércitos que están en el cielo le seguían.” (Apocalipsis 19: 11, 14, V.M.) CS pág. 698
Ahora es el momento llevar esta verdad a la gente que todavía sigue engañada.
Porque aquel día será demasiado tarde.